Verdes
fueron las horas encantadas
de un
espléndido Abril , que discurría
por la
senda feraz de la alegría
bajo un
cielo de nubes sonrosadas.
Amarillo
el trigal, mar que mecía
suavemente amapolas coloradas,
danzando,
locamente enamoradas
del
azul estival del mediodía .
Ahora
ya me sobran los colores,
en la
estación marcada por la herrumbre
me
basta con el gris de mis amores.
Me
abrazo y me acomodo a su halo oscuro,
que
hará que poco a poco me acostumbre
al
negro que me espera en el futuro.
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