Una fuente en un patio,
ese murmullo,
puro sosiego líquido,
es el sonido plácido que siempre me acompaña
en mis evocaciones.
Una fuente en un patio,
el suave arrullo
de un latir maternal hecho cadencia,
oyéndome crecer mientras, solícita,
me susurraba nanas al oído.
El júbilo del agua al derramarse
con prodigalidad sobre la piedra,
placer para los pájaros, que guarda
sus trinos a recaudo,
que me enseñó a cantar,
que me enseñó a reír y a regalarle
al mundo,
arista agraz,
una sonrisa.
Esa fuente del patio,
ese discreto
susurro que guardaba hasta del aire
mis secretos más íntimos, velando
con celo mis suspiros.
El burbujeo
que, cómplice, apagaba los tórridos rumores
de unos primeros besos incendiados
de amor y vehemencia.
Una fuente en el patio,
tan desnuda
ante tanta intemperie...
Que ya sabe
de la fragilidad,
de lo perecederos de pueden ser sus gozos,
ahogados en las fauces
de todos los diluvios del invierno.
Una fuente en el patio
que hoy llora conmigo.
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