La puerta no es estrecha,
todo invita
a traspasar su umbral,
a probar suerte
y ver si es verdad que al otro lado
ser feliz es posible.
Dudas,
la claridad
es demasiado obvia.
¿ Dónde está el truco?
Intuyes
que algún precio,
de nuevo inasumible,
hay que pagar para gozar del raso
que acaricia,
estremece
y enciende el corazón
y nos hace sentirnos iguales a los dioses.
Dudas,
tienes tan vivo
el recuerdo mordiente de la espina...
La puerta no es estrecha.
Solo es que te da tanto pavor
tener que,
de regreso,
atravesarla.
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