Hasta aquí llega el aire, no han podido
los muros interiores- con su anchura-
impedir que se cuele con premura
para aliviar mi pecho dolorido.
Y con él, el impulso de la pura
vocación de ser voz de acento ardido
que, aunque le ha puesto empeño, no ha sabido
ahogarla la aridez de la clausura.
Qué bendición, que, tal como se espera,
regreses puntualmente, primavera,
a despertarnos viejas sensaciones.
Y a recordarle al corazón cansado
que se debe al latido, que has llegado
para inspirarle inéditas canciones.
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