Rarezas que de láudano me empapan
son estas horas plácidas, serenas,
que hoy me obsequian quimeras que derrapan
al rapear al ritmo de mis penas.
Mariposas de humo, que se escapan
de mis dedos, ungiéndolos apenas
con un polvo dorado, en el que atrapan
remembranzas de rosas y azucenas.
Y ese olor a ceniza, que se adhiere
a la piel del espíritu y le impone
la sensación de estar tan desvalida...
Toca inventarse el sueño que se quiere,
no importa a qué recuerdo se traicione,
pues solo sobrevive aquel que olvida.
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