Hay notas de sonido
tan divino
como un sollozo angélico, que llagan
de tristeza el cristal, y otras que embriagan
como el cuerpo rotundo de un buen vino.
Escribe partituras el destino,
qu, o van desconcertadas y se estragan,
o puede que armonicen y que hagan
juntas, creando música, el camino.
Ponen sobre las noches sin estrellas,
porque claves y ritmos se calibren,
los fuegos fatuos, de ilusión sus huellas.
Suene la hora de los diapasones.
Sea el aire un temblor. Que al tiempo vibren
en un solo sentir dos corazones.
como un sollozo angélico, que llagan
de tristeza el cristal, y otras que embriagan
como el cuerpo rotundo de un buen vino.
Escribe partituras el destino,
qu, o van desconcertadas y se estragan,
o puede que armonicen y que hagan
juntas, creando música, el camino.
Ponen sobre las noches sin estrellas,
porque claves y ritmos se calibren,
los fuegos fatuos, de ilusión sus huellas.
Suene la hora de los diapasones.
Sea el aire un temblor. Que al tiempo vibren
en un solo sentir dos corazones.
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