Más que la indefensión o la desdicha
es la inocencia
lo que nos desarbola.
La fe sin armas
con que sonríe un niño
mientras juega a al guerra y anticipa
el futuro
junto a algún vertedero
La flor , ese milagro
de amarilla frescura que corona
algún montón de estiércol mientra
sueña
que puede redimirlo
La luz que busca un poco
del cielo del que ha sido desterrada
en el fondo del charco
y acaba seducida por su propio
reflejo.
El verbo despojado de toda floritura
que quiere desvelarnos
a base de emoción la trascendencia
que Dios no llegó nunca jamás a
imaginar.
El corazón que arrastra desde que el
mundo es mundo
su cruz de desengaños
y todavía apuesta en su latido
por que existe el amor.
Menos mal que nos queda
la palabra capaz de desdoblarse.
No queda otro remedio
que fabricar con ella una coraza
a base de contar lo baladí
y callar lo que importa.
Podéis llamarlo ,si queréis, cinismo.
Yo lo llamo cordura.
Legítima defensa, de siempre natural.
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