Al
borde del marasmo
de la
desafección existencial,
se
exacerba hasta el límite el filo de lo lúcido
que sin
piedad acera y agudiza
la
soledad
y
agosta
los
bienhechores prados de la calma.
Qué
tentación tan grande es el abismo
para el
alma que tienta
bajo en
barniz de todos sus disfraces
sus
adolorimientos.
¿Y si
la espuma fuese solo espuma,
un
universo blanco
en que
el silencio es silencio solamente
y la
paz solo paz?
Se
impone la querencia
de
animal infeliz domesticado,
que
vuelve a los apegos
de
aquellos otras fosas familiares
tan
hondas,
tan
calladas,
donde
duermen
tantos
pequeños dramas diminutos
que
nunca han de encontrar un hueco en los periódicos.
Regreso
por mis pasos.
Canta ,
ajena, una alondra
como si
no pasase nadie,
como si
no ocurriese nada...
Como si
no muriese
la
ilusión agostada de otro día
en cada
atardecer.
Como si
no quedase sepultada,
junto a
un Sol moribundo,
entre
la umbría verde del pinar .
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