No ha
sido una sorpresa,
era
sabido
que
luchábamos con fuerzas desiguales,
que la
contienda estaba
amañada y perdida
de antemano.
Igual
que conocíamos
que
mientras nos quedase un suspiro en el cuerpo.
era
obligado el presentar batalla.
La vida
gana siempre.
Nuestra
pequeña y única victoria
consiste
en no rendirnos.
En
intentar incluso gozar del espectáculo
de sus
ardides múltiples
con
los que va intentando someternos,
mientras
nos quede un rastro
de
ilusión en el alma.
Que
ahora,
después
de pelear con uñas y con dientes
hasta
el agotamiento,
desee
disponer de tus despojos
para
darle a la tierra lo que es suyo,
no es
una sorpresa .
Asombro
es constatar que las gentiles rosas ,
dueñas
de los perfumes con que nos hiere Mayo ,
cuando
ya en nuestros labios no se pose
la
tentación urgente besarlas,
locas
,absurdas, despistadas ellas,
seguirán
floreciendo.
Perturba
y sobrecoge la indiferencia al límite.
Es
perverso que encienda sus colores
más
y mejor ,
medrando
en la
depredación de los cadáveres
tanta
hermosura candorosa y párvula.
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