viernes, 16 de junio de 2017

Un rumor de nostalgia




¿ Cómo era, Dios mío...?
¿ cómo era....
aquello...?

Emocionarse.

Dejarse conmover
por las leves cosquilllas que nos despierta el roce
de todas las sorpresas con que la vida apremia
la tenue piel del alma.

Vibrar,
arrebatarse,
arder, si llega el caso...

No es que duela admitir
la palpable evidencia de que al fin se han rendido
una sangre cansada
y un corazón apático
y a sí mismos se niegan la agonía y el lujo
de latir y correr
en pos de lo imposible.

Casi, casi, celebras
el bálsamo fortuito que regalan los años.

Y que llegue a instalarse
y a anegar los espacios, que antes ocupaban
las fibras sensitivas,
como una bendición la desmemoria.

Lo que te desconcierta
es la razón oculta por la que todavía
en las noches de insomnio y plenilunio
se empeña en asaltarte y en subirte a los labios,
quién sabe desde dónde,
sin palabras ,
brotando en el silencio, urgente y penetrante,
una música antigua.

Un rumor de nostalgia
que se impregna en el aire y lo envenena.

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