Sigues
estando allí,
lo
sé.
Eres
lo inconmovible.
La
tierra con que sueñan
todos los desterrados
desde
miles de años antes de que naciese.
Te
conocí en la boca
de mi abuelo y mi
padre,
supe
por sus relatos de tus aguas azules
y tus arenas áureas,
en
donde uno puede tenderse y olvidarse
de
que la vida ladra tras de nuestros talones.
Pero
quedáis tan lejos,
suaves
playas de Ítaca…
Atrapada
en la inercia,
acomodo
lo mítico a lo domesticable.
Y
regreso de nuevo
a la idílica Ibiza de
intensas noches mágicas.
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