No
estoy para cantares,
ponen
voz a mis noches las vivas cantinelas
del
crujir de mis huesos y son las centinelas
de las
horas que paso triste y llorando a mares
Me
clavan sus espuelas
los
jinetes del miedo y afligen los ijares
de mi
imaginación, que horribles avatares
se
figura y me obliga a eternas duermevelas.
Por
Dios que no os miento,
no hay
ningún glamour sutilmente sublime
en este
empecinarse de mi dolorimiento
Suplicio
en soledad,
estéril
disciplina que al alma no redime
del
yugo de la carne , con toda su ruindad.
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