El
último milenio
se debió de gestar bajo el auspicio
de un hado belicoso.
Nadie estaría vivo si pudiesen
las palabras quebrar las resistencias,
fulminar las miradas,
degollar los silencios,
los gestos desabridos asfixiar.
Herida sobre herida , ya no duele
la costra purulenta de esta llaga
sin fondo de los días.
Que llegue un negro arcángel. Que remueva
con sus alas de fuego este marasmo
de la eterna congoja sin sentido
es lo que pide el triste.
Que proclame
su trompeta la lucha sin cuartel hasta vaciarnos
del aliento final.
Saciarse en la vorágine
de la delectación del cuerpo a cuerpo.
de un hado belicoso.
Nadie estaría vivo si pudiesen
las palabras quebrar las resistencias,
fulminar las miradas,
degollar los silencios,
los gestos desabridos asfixiar.
Herida sobre herida , ya no duele
la costra purulenta de esta llaga
sin fondo de los días.
Que llegue un negro arcángel. Que remueva
con sus alas de fuego este marasmo
de la eterna congoja sin sentido
es lo que pide el triste.
Que proclame
su trompeta la lucha sin cuartel hasta vaciarnos
del aliento final.
Saciarse en la vorágine
de la delectación del cuerpo a cuerpo.
En alto,
morbosamente tensas,
aguardan su momento las espadas.
morbosamente tensas,
aguardan su momento las espadas.
Y
en el cielo vigilan negras nubes
por
si llega la hora
de
vaciarse a llorar.
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