jueves, 15 de junio de 2017

Flashes


Los tuvimos ahí, ante nosotros,
pero no los supimos enfocar con cuidado.

Con su luz cegadora
nos deslumbra el presente,
nos abduce con fuerza y nos aliena .

Absortos como estamos
en solventar las cosas más urgentes
¿ A quién le queda tiempo de pararse
a contemplar los mínimos fulgores
con los que lo esencial que se nos desvela ?

Tantos destellos,
flashes,
luminosos recados de la dicha asequible
como envía la vida
que quedan enredados como motas de polvo
sobre la telaraña que entretejen
las horas con ahínco y jamás impresionan
la piel ni la retina,
ni provocan
en el alma un temblor.

Los jazmines que inciensan
con perfumes balsámicos las liturgias del alba,
la canción que celebra que amanece otro día
las caricia templada con que te despereza
algún rayo de Sol.

Las sorpresas que aguardan
tras de cualquier esquina:
el saludo afectuoso,
la risa compartida, la mano que se tiende,
las palabras amables,
el leve gesto de complicidad .

El silencio insinuante
cuajado de turgencias que florece en la noche,
la laxitud del cuerpo
en que te reconoces nuevamente
un animal cansado que se rinde
y se siente mecido otra vez por los brazos
de su madre la tierra
y se entrega al descanso con el dulce abandono
de un ser elemental.

De los momentos más interesantes
nunca suelen quedar fotografías.

Solo su ausencia queda grabada en la memoria
como una veladura capaz de acongojarnos
con su blanco vacío descorazonador.



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