Notó
que se afilaban sus colmillos,
ante un nombre cualquiera, cómo hirsuto
logró ponerle el pelo un impoluto
verbo y volver sus ojos amarillos.
Restó importancia a que arrancase brillos
cada acento en sus garras,o en su esputo
aflorase un silencio diminuto
que le azogaba el vientre de cuchillos.
Y se negó sentir la inoportuna
ansiedad de beberse, sed de loba,
la sangre inalcanzable de la Luna.
Pero acabó cediendo a su perverso
y bajo instinto,mística se arroba
aullándose a placer verso tras verso.
ante un nombre cualquiera, cómo hirsuto
logró ponerle el pelo un impoluto
verbo y volver sus ojos amarillos.
Restó importancia a que arrancase brillos
cada acento en sus garras,o en su esputo
aflorase un silencio diminuto
que le azogaba el vientre de cuchillos.
Y se negó sentir la inoportuna
ansiedad de beberse, sed de loba,
la sangre inalcanzable de la Luna.
Pero acabó cediendo a su perverso
y bajo instinto,mística se arroba
aullándose a placer verso tras verso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario