Ya no
recuerdo cuántas golondrinas
llegaban
a alegrarme la ventana,
ni si
gocé la suavidad temprana
del
dulce zumo de las mandarinas
Si
algún día cante por las esquinas
el
dulzor de vivir, fue cosa vana,
pone
firme la vida a quien se ufana
de
cosechar las rosas sin espinas
Con el
andar pausado llega el año
que te
agosta por dentro y sin careta
da
testimonio aterrador del frío.
Entonces
me pregunto por qué extraño
impulso
de demente o de poeta
lates
con fuerza aún, corazón mío
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