miércoles, 20 de diciembre de 2017

Mujer, fatal


No es cuestión de buscar explicaciones,
lo mejor es culpar a las hormonas.

Será consustancial con la tendencia
femenina a lo inútil y a lo absurdo
que a veces se nos vuelvan perentorios
gestos triviales ,ceremonias nimias
revestidas de un cierto misticismo.



Recuperar del fondo del armario
aquel vestido añil que en otro tiempo
se aliaba contigo , aquel fular de gasa,
aquel bolso con clase,
aquellas medias negras,
aquellos imposibles
zapatos de tacón.

Maquillarte los labios y los ojos
y derramar un poco de perfume
almizclado en los pulsos
por cerciorarte de que todavía
tu calor puede hacerlo irresistible.

Pequeñeces
con que escapar al tedio , rituales
que sin saber por qué relacionamos
a una superstición particular.

Creer que si consigues
que te devuelvan todos los espejos
sin protestar tu imagen de sirena
recobrarás tu voz y la memoria
de la armonía azul.

Dónde habrá que buscar modulaciones
cuando es que el alma se quedo varada
no se sabe en qué orillas
y la vida sin pálpito adolece
en una mecedora del salón.

Todos los cielos tienen
algún patrón para los imposibles.

Será que con los años
me debo estar volviendo descreída,
pero es que cada vez me causa más pereza
vestirme de domingo …

Tener que recordarme
fatalmente mujer.

Sintiendo que un mundo de ardides y apariencias
estoy desubicada.

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