Tras el
cristal oscuro,
teñido
con primor por la tristeza ,
se nos
antoja el mundo apenas entrevisto
un
mudo e inquietante
enemigo
a las puertas de nuestra sospechada
fragilidad.
Esconde
cada
rosa una espina.
Amenaza
el
cielo raso de la primavera
con la
helada tardía.
Inquietan
inocentes
celajes
de algodón por si anunciaran
tormentas
y aguaceros.
Cada
mano semeja una traición tendida.
Se
ahogan sin remedio
- y quién les manda ser tan despistadas-
en el
cieno estancado de tus ojos
estrellas
mustias .
Canta,
Dilúviate
con furia hacia lo alto
hasta
que te abra el cielo.
Hasta
que lluevan piedras.
Hasta
que te hagan trizas
cualquier
coraza con que te protejes
de todos tus temores.
Hasta
que entre de nuevo en tus estancias,
endomingándolas,
a golpe de tibieza ,
la luz
de un Sol radiante.
Hasta
que sientas que en tu corazón
vuelve
a ser otra vez día de fiesta.
Canta ,
que
estamos en Abril.
Y si
llueve...
!qué
llueva!
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