Lo
fácil
hubiese
sido odiarte,
lo
mismo que aborrece el que está triste
los
rumores festivos de las fuentes
y la
risa del aire.
Lo
sensato
hubiese
sido obviarte,
pasar
de largo ante la tentación
de un
ser que ante mis ojos apagados
y mis
oídos toscos se mostraba
incandescencia
lírica
Lo
natural
fue ,
sin duda, entregarse
a
seguir en la sombra tus pasos que dejaban
un
rastro luminoso
Lo
imposible
resulta
hoy apartarte
del
centro de mi vida y de mis pensamientos.
Lo
obligado es amarte.
Aunque
un amor así,
irracional,
demente,
apasionado,
que se
gesta en silencio
y
callado florece,
le
cueste al apocado corazón
ahogar
el tsunami de emociones,
de
resplandores y de melodías
que
siente que le crece por la sangre.
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