Después
de haber pasado tantas
tardes de estío
sintiendo
naufragar en su marasmo tórrido
mis
cándidos ensueños,
de
haber sobrevivido a la zozobra
de
conversar a solas con mis desilusiones
tantas
noches de invierno ,
yo
creía que estaba ya a salvo
de
ahogarme en el diluvio de mis lágrimas.
Pero,
he aquí que llega
Abril
incandescente
y la
sorpresa surge :
vuelve
la primavera a requebrarme
la piel
desamparada y sensitiva,
y la
lluvia se instala
puntualmente
en mis ojos .
Compulsivas,me
brotan
caricias
como orquídeas en los dedos
y besos
como guindas me nacen en los labios
con la
insensata y lúdica pasión por regalarse.
Mientras
que , sutilmente,
el
desencanto deja de ser esa neblina
que
todo lo envenena .
Y en
su lugar , fecundo,
un
dulzor de aguamiel me inunda el pecho.
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