¿Por
qué será que cuanto más granada
se me
ofrece una boca, más me entreno
en
descubrir la gota de veneno
con que
suele venir aderezada ?
Debe
ser porque estoy escarmentada
de
tormentas gestándose en sereno
y
prefiero el aviso que da el trueno,
porque
así sigo viva, más que nada.
Del
desierto no espero yo humedades,
prefiero
engalanarme con espinas
que
exponerme a ser pétalo marchito.
No pido
más al mundo amenidades,
que se
olvide de mí en sus inquinas
es toda
la ilusión que me permito.
Y me
entreno en el grito
por si
las vehemencias repentinas.
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