lunes, 23 de julio de 2018

Santo Oficio



Qué sería de mí sin esta fantasía
de que puedo salvarme, usando el artificio
de engarzar las palabras, en un raro ejercicio
mitad malabarismo, mitad hechicería.

Comprendes que hace falta tener mucha osadía,
un ego desbordado y muy escaso juicio
para creer que puedes poner a tu servicio
a las musas que saben de acento y armonía.

Pero bien poco importa hacer el sacrificio
de abrazar como fe lo etéreo y lo ficticio
para escapar al cepo de la monotonía.

Milagro es que no acabe en mayor estropicio
que el de encadenarme por vida al santo oficio
luminoso y absurdo que es la poesía.



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