Glu-glú
nada que nada
por su
pecera
con
cara de aburrido
la
tarde entera.
Solo
para y se pone
como a
esperar
cuando
llega la hora
de
merendar.
Sabe
que es el momento
de mis
visitas
en el
que yo le echo
tiernas
miguitas.
De
comer no se cansa
el muy
tragón,
algún
día revienta
de un
atracón.
Yo le
doy muy poquitas
porque
prefiero
que
Glu-glú en su pecera
nade
ligero.
Que
mañana se ponga
junto
al cristal
a
esperar su merienda
tan
puntual.
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