domingo, 29 de diciembre de 2019

Sin desdoro



Escribir un soneto, bien merece
que le pongas dos velas a esa musa
que, aunque lleva tu nombre, no obedece
y acudir cuando llamas se rehúsa.

Cántale esa canción que la engatusa,
llórale, por si así se compadece...
Es que nadie nació con ciencia infusa
y su soplo al oído se agradece.

Y si no te hace caso, pues se prueba,
con tal de terminarlo con decoro,
a ofrecer misas negras al infierno.

Por un soneto ardido, que conmueva,
se vende el alma, no hay ningún desdoro
en aspirar a conquistar lo eterno .




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