Seguramente es cierto,
la vida es más intensa
vivida a la intemperie.
Pero la piel evita por instinto
sufrir muchos rigores
Y ahí fuera hace frío.
El hálito sutil a desaliento
que flota sobre el aire
se ha adueñado del mundo y adormece
los instintos más básicos.
Ceder
a la dulce indolencia e hibernar
como hacen los osos,
es todo lo que hoy me pide el cuerpo.
Cuando todo se ha vuelto la sospecha
de una sorda amenaza,
lo sensato es buscar
alguna madriguera confortable.
Mejor si es que se ubica
en el espacio tibio
que queda entre unos brazos .
Y esperar
que pase esta estación sombría en que nos toca
sobrevivir mascando incertidumbre.
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