Yo debo ser idiota de remate,
las veces que juré que moriría
antes de amar de nuevo y todavía
permito que un apego me maltrate.
Aun conociendo la superchería
de la ilusión romántica, aunque trate
de refrenarlo, el corazón me late
acelerado tras su fantasía.
Con en amplio historial de desengaños
que ha cosechado al cabo de los años,
se ve que no ha tenido suficiente.
En su naturaleza novelera,
siempre cabe una nueva primavera
que traiga una pasión incandescente.
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