No sé por qué misterio conservo todavía
la peculiar costumbre de plasmar lo vivido
a base de escribirlo en un enardecido
poema cada día.
O acaso solamente es la extraña manía
de una pobre alunada, que solo así ha podido
salir de su miseria y darle algún sentido
a su vida vacía.
El caso es que en el credo
que guía mi existencia, y en su devocionario,
un verso constituye una jaculatoria.
Que lo mismo me sirve para quitarme el miedo,
amar o divertirme y al componer a diario
un soneto levito a un palmo de la gloria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario