Quisiera aún sentir la savia nueva
bullendo en cada hoja, a su atavismo
aferrarme y usarlo como prueba
para dejar de lado el pesimismo.
Pero hoy, me da igual si llueve o nieva
o si se hunde el mundo en un abismo,
¿qué catástrofe hará que me conmueva
cuando tengo mi propio cataclismo?
Tanta noche que eterna se me antoja,
con su caterva de presagios rojos
procesionando mudos por mi mente
Vano aviso de un tiempo de congoja
en que el Sol no saldrá para mis ojos
un alba gris, definitivamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario