Hay amigos de esos
que llegan un buen día hasta tu vida
y ya no se van nunca,
pues aunque alguna vez deban viajar muy lejos
tú sientes como siempre
están aquí,
contigo.
Y hay algunos que están
según los circunstancias,
sirviéndote de grata compañía
y haciendo más amable
únicamente un tramo del camino.
Por unos y por otros
le doy gracias al cielo,
todos son el regalo
con el que la existencia nos compensa
por las vicisitudes
que asaltan nuestros pasos.
Por esa soledad
perenne y sin opción que nos aguarda
allí donde nos lleva
con precisión fatal nuestro destino.
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