Solo alcanzo a decir esto que digo,
ocurrencias al hilo del momento
emocional, por mucho que me obligo
a devanarme a fondo el pensamiento.
Su embrollo, lo confieso, no consigo
desenredar apenas, pues mi acento
se empeña en gravitar sobre mi ombligo
y en torno a él va urdiendo su argumento.
Hasta que un duende juguetón desata
el nudo de mi voz y una reata
de mil hebras de seda al aire aflora.
Palabras sensitivas y felices,
primor con el que tejo mis tapices
de íntimos paisajes a deshora .
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