recomponiendo este rompecabezas
desarmado que soy, alegoría
de la culminación de mis torpezas.
Tiempo feliz aquel, en que reía
luciendo por zarcillos dos cerezas
y la voz de mi madre me envolvía
en sus jaculatorias de ternezas.
No es fácil el camino de regreso
cuando en casa no hay nadie que la lumbre
tenga encendida ni te aguarde un beso.
Pero habrá que intentarlo, desfallece
el ánimo con tanta pesadumbre
y solo entre sus muros la risa reverdece.
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