No sé dónde mirar, no es muy seguro
echar la vista atrás, solo despojos
se ven en el camino, y el futuro
lo vislumbro un rodar por los rastrojos.
Cuando a tu alrededor triunfa lo oscuro,
no es una insensatez cerrar los ojos
y elevar tras los párpados un muro
lleno de coloridos trampantojos.
Porque la vida sigue, indiferente
a tu angustia, avanzando diente a diente
y no hay quien se libere de su rueda.
El don de regresar a la alegría
a base de ceguera y fantasía
es el as en la manga que nos queda.
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