Rebusco
algo que rescatar de entre las ruinas
de esplendores pasados
que merezca el esfuerzo de componer un canto
con el que celebrar
que aún amanece.
Los días que se fueron
dejaron tras de sí tanto destrozo
dentro del corazón
y tanta miel
añeja,
resabiando
y forzando a que intenten
esbozar un atisbo de sonrisa,
apenas mueca triste ,
los agrietados labios...
Los recuerdos más dulces
se transforman en grumos de nostalgia
cuando es igual la luz
- sopor deslavazado-
en cualquier estación
y es una gravosa presencia sobre el aire
el cortejo de ausencias.
Febrilmente rebusco
algo que celebrar,
pero tan solo
encuentro en el baúl de la memoria
gozos rancios
felicidad marchita,
flores que entre los dedos
se deshacen,
polvo del que se nutren
suspiros y desgana.
Por suerte todavía
resuena en mis adentros
la nota que acompaña, tenaz a mis latidos
desde que me conozco.
El germen de la música que canta
por que sí,
por el gusto
sencillo de cantar.
Que hace que la sangre
vuelva a correr caliente por tus venas
como en aquellas noches de verano
de perseidas, cigarras
y carne florecida en plenitud.
Evocación sonora
de toda la pasión y la hermosura
con los que un día el cielo te bendijo.
Sanadora evasión,
que si no te devuelve intacta la alegría,
consigue hacer al menos
algo más llevadera la tristeza.
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