Contra todo pronóstico,
aún sigue el milagro.
Al modo del incienso,
capaz de irse infiltrando por todos los rincones ,
tu perfume encendido,
a despecho del tiempo y la memoria,
pervive en el altar
que tienes en mi pecho amante y me procura
un espacio benéfico de calma.
Recóndito santuario,
al abrigo de todas las tormentas,
que cualquier ser humano necesita
para sobrevivir a sus catástrofes,
en el que todavía es posible encontrar
un poco de consuelo.
Siento cómo, balsámica,
la remembranza de tu voz me inunda
y suaviza los ásperos perfiles
que a veces la vida esculpe dentro.
Cómo por un instante venturoso
estar vivo no duele.
Y la existencia acaba por sentirse
un peso que resulta soportable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario