miércoles, 4 de octubre de 2023

Últimas trincheras

 



Ya ni ganas de huir

-ni ¿ a dónde ? -

te quedan en el cuerpo derrotado.


Contra este tiempo de languidez anémica,

¿ quién puede rebelarse?


¿Y qué podría hacerse

si en estas horas de tribulaciones

y de densas penumbras

se adueñan del espacio los fruitivos

acordes del silencio

y se alambican

los cálices del aire?


Lentamente

se derrumban las últimas trincheras

del apercibimiento

mientras inunda todos los rincones

un vaporoso y trapacero aroma

a flores secas, a penetrante sándalo,

a coyuntura mística,

a intemporalidad.


Y quién le cuenta al alma encandilada

que la  beatitud que sobrevuela

sobre el instante ardiente

es solo un espejismo.


No queda otra salida que embriagarse

con este don de lúdico candor

que hoy se nos regala.


Que dejarse fluir abismo adentro

e irse acostumbrando a divagar

sobre lo inevitable de las pérdidas.


Y a saber que las lágrimas

nunca saldan las deudas con el diablo.


Ni apagan nuestra inútil

sed secular de dicha y redención.


Tan solo por un rato,

 si es que hay suerte,

la amansan.

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