Se
hace urgente huir , no importa a dónde,
con
tal de enajenarse de este espacio
en
que la vida pasa tan despacio
que
ni llamarse así le corresponde.
Al
corazón, de siempre reticente
a
dejar sus querencias, le intimida
esta
especie de impasse y una salida
debe
hallarle al apático presente.
Algo
le dice que de siempre ha habido
incluso
para el lerdo más ignoto
un
paraíso lúdico perdido.
La obligación vital de todo roto
es
tratar de encontrar su descosido
aunque
deba arriesgarse a lo remoto
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