Si los
estanques, piadosamente,
vuelven
hechizo y plata los reflejos
de una
Luna caduca,
si los
ojos
consienten
el engaño,si lo acepta
el
corazón , proclive a ensoñaciones.
¿ Qué
maldición me obliga a recordarme
desde
allí donde quiso hacerse amnesia
mi
certeza y su frío?
No dos
caras,
cien
mil
una
infinita
sucesión
de semblantes dislocados
me
devuelve el espejo que hice añicos
en mi
ambición de huir.
Al fin
puedo mirarme
sin
ningún miramiento en toda mi verdad.
Soy yo
, esa patética
sucesión
de esperpentos y quebrantos.
Más
sangrante y más viva en cada trozo
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