sábado, 8 de julio de 2017

Pequeño cataclismo


Confieso mi verdad,
estoy muy sola.

Muy cansada,
muy triste...

Y también muy vacía.

Siento un hueco en el pecho que me arde
igual que un sinapismo
mientras sobre mi piel hace ya tiempo
que se ha instado el frío más  agreste.

Una pregunta sube a mi garganta,
transformada en un grito:
¿ A qué dios le complace crear un ser insólito
para hacer de su carne desvalida
el ruin campo de pruebas del dolor,
condenado a vivir , de siniestro en estrago,
una existencia absurda y miserable .

Declaro que me siento
cautiva en mi crisálida de barro,
sumida en el más puro desconcierto
que me hace confesar
mi más cruda verdad inconfesable.

Que para cualquier lúcido,
que sabe que    nacemos desahuciados,
termina por no ser la muerte una amenaza.

Solo es la sombra oscura,
que te inspira tu último suspiro
y te nubla los ojos.

Y te envuelve en un manto de quietud y silencio.
mientras el mundo sigue girando por costumbre,
ajeno a tu vital e irreversible,
pequeño cataclismo,
y el Sol se va poniendo.

Y, compasivamente,
alguna mano amiga va cerrando tus párpados



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