Y
ahora,
¿
hacia a dónde
podríamos
huir?
¿
Dónde encontrar alguna madriguera
lo
suficiente honda y olvidada
en que
poner a salvo
lo
poco que nos queda intacto todavía
de
nuestros pobres huesos?
Hoy se
han confabulado las estrellas
al
escribir sus mapas
y todos
los caminos que descubres
conducen
al infierno.
Sobre la frente luces la señal
de los desheredados.
Toda la
Tierra es
como un
inmenso campo de batalla
cuando
tu más acérrimo enemigo
es el
que llevas dentro.
Solo
hay una salida:
purificar
tu espíritu,
llorar
hasta
que sientas líquido elemento
tu
cuerpo redimido de la culpa
del
orgullo.
Y
después
arrancarte
de cuajo el corazón
y
entregárselo al fuego.
Resignarte
a no ser
más
que aquello que fuiste.
La
levedad de un poco de ceniza
que
embebida en suspiros se disuelve
sin
pesar en el viento.
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