jueves, 31 de diciembre de 2020

Días de bruma



Está de nuevo aquí,

con pasos tenues

y aliento turbador, que se condensa

hasta envolverte a modo de sudario,

la bruma se aproxima.


Puedes sentir su tacto algodonoso,

de densidad creciente,

su insidiosa

manera de encerrarte en su capullo

donde el tiempo de nuevo vuelve a ser

dimension sin medida

y en cuyo espacio constrictor no caben

rumor ni claridad.


Tienes que acostumbrarte

a caminar a tientas por un mundo

que está hecho de aristas invisibles,

calibrando su filo

por el modo en que agitan tus entrañas

los diferentes timbres del silencio.


La tentación consiste

en aceptar el respirar la asfixia

como una parte más de tus inercias,

en intentar huir del miedo y la locura,

refugiándose

en los mullidos brazos

del nihilismo y la resignación.


Olvidarse del grito

o del llanto, que existen

para romper corazas, que defienden

la poquedad del pecho.


Y permitir que vuelva a aniquilarnos,

inclemente, la luz.





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