domingo, 3 de enero de 2021

El mensajero de la lluvia

Con cuánta lentitud,

con qué desgana,

se deslizan los pies, que ya no tienen

horizonte ni meta que alcanzar.


Cuando siente en su carne el peregrino

cómo fueron quedándose enredados

en las zarzas de todas las veredas

jirones de sus íntimos anhelos.


Lo que hoy apetece

el cuerpo es procurarse

alguna madriguera en la que hallar abrigo

y dormir.


E hibernar...


Que hoy sean otros

los que traigan y lleven recados de la lluvia,

que espavorida huye.


Na hay oído

atento al mensajero de las malas noticias,

que no tienen remedio.


Es mejor olvidar ...


Y dejar de sentir la desazón

de esta absurda añoranza de un futuro

trivial e inexistente.


Poco importa

si ahí fuera los los cuervos anticipan

su festín de despojos,


Que,

sin prisa,

se afilen los colmillos las fauces de la noche

y avancen arrantrándose,

sin pausa,

los desiertos.


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