domingo, 3 de enero de 2021

Memoria de la piel


Si aún tenemos piel

¿ Por qué ya no seguimos sus impulsos?

¿ Cuándo nos olvidamos

del olor amizclado que desprende?


De lo suave y lo tibio

que puede ser su tacto.


Envidio a las libélulas,

ellas no tienen dudas sobre qué agua beber

o qué junco elegir para posarse.


Permiten que las guíe

esa intuición atávica,

elemental ,

sinónimo

de única verdad palpable y sin fisuras .


Resulta tan difícil acertar,

con todos los instintos fieramente domados,

a qué carta apostarte el corazón

en la juego trucado de la vida,


Todo es una farsa,

pronto percibes cómo cruje el mundo

y se te desmoronan tus esquemas

al sentir que te fallan los afectos.


Y se te va volviendo la existencia

un desfile de horas desabridas ,

días de tedio en los que desgranar

rosarios de suspiros

y noches desveladas,

en las que en el silencio vas rumiando 

tus múltiples desdichas .


Hay mucho que perder,

la ilusión, el sosiego, la cordura...,

en ese intento inútil de atrapar

el fuego de los dioses con las manos.


Y pierdes casi siempre.


Lo mismo si te arriesgas

que si eliges

encerrarte en ti misno con tus miedos

que acaban devorándote, infeliz,  recocido

en tu propia amargura,

tu ruina está servida.


Conque no hay más que hacer

que dejarse llevar hasta la flor más bella

y fragante.


Y libar

y disfrutar sus néctares

mientras que dure el juego.


















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