martes, 2 de febrero de 2021

Tras el último gorrión

 



Voló.

Persiguiendo las alas del último gorrión

que se marchó siguiendo la estela de lo cálido,

el soplo que quedaba aún tibio del otoño

se fue sin avisar.


La ciudad tiene

la piel acorazada contra las inclemencias,

y no puede pararse por estas nimiedades.


Blindados contra el frío hasta los dientes,

apenas si lo notan,

no pueden detenerse a reparar

en tales sutilezas

todos los transeúntes, que van ensimismados

persiguiendo huidizos pensamientos

y corren porque llegan

ya tarde a su trabajo


Sólo el sauce,

sus ramas desvestidas, añorantes del trino,

imagen de lo lánguido

y de lo inconsolable

y yo ,

a solas con mi frágil

y tierno corazón desconsolado,

aún más desvalido y más desnudo,

experto en abandono sin adioses,

supimos descifrar y dar sentido

a que el aire tuviese distinta gravedad ,

que llegase preñado de suspiros

y oliendo a crisantemos.


A esa diferente densidad

del rumor aterido

que reinaba en los parques.


Lo tenue suele ser

el preludio perfecto

de lo más inquietante y es mejor acallarlo.


Un color a zozobra y a tristeza

se adueñaba en silencio de la tarde.



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