Voló.
Persiguiendo las alas del último gorrión
que se marchó siguiendo la estela de lo cálido,
el soplo que quedaba aún tibio del otoño
se fue sin avisar.
La ciudad tiene
la piel acorazada contra las inclemencias,
y no puede pararse por estas nimiedades.
Blindados contra el frío hasta los dientes,
apenas si lo notan,
no pueden detenerse a reparar
en tales sutilezas
todos los transeúntes, que van ensimismados
persiguiendo huidizos pensamientos
y corren porque llegan
ya tarde a su trabajo
Sólo el sauce,
sus ramas desvestidas, añorantes del trino,
imagen de lo lánguido
y de lo inconsolable
y yo ,
a solas con mi frágil
y tierno corazón desconsolado,
aún más desvalido y más desnudo,
experto en abandono sin adioses,
supimos descifrar y dar sentido
a que el aire tuviese distinta gravedad ,
que llegase preñado de suspiros
y oliendo a crisantemos.
A esa diferente densidad
del rumor aterido
que reinaba en los parques.
Lo tenue suele ser
el preludio perfecto
de lo más inquietante y es mejor acallarlo.
Un color a zozobra y a tristeza
se adueñaba en silencio de la tarde.
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