Coger un lapicero
es gana de sufrir, pues al instante
redescubre en la punta su talante
innato de cenizo plañidero.
Por mucho que no quiero,
se empeña en recrearse en el semblante
tan gris del día, con su amenazante
presagio sobre el tiempo venidero.
¿Y qué le costaría
de las tardes de Sol hacer memoria
y recobrar su chispa de alegría.?
Pero es que está nublado...
¿ Acaso evitará la falsa euforia
que vuelva a diluviar sobre mojado?
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