Lábil,
revolotea el pensamiento.
La
palabra es más lenta, pero vuela
hasta
ponerse al pairo de su estela
por si
puede servirle de instrumento.
Rebusca
con fervor y atrevimiento
en su
oculto sentido y lo flagela
hasta
que sus misterios le revela
y
consigue apropiarse de su aliento.
Luego
queda enfrentarse al desafío
de la
página en blanco, empecinada
de
seguir virginal eternamente.
Y
entregarse al ritual del desvarío
de
escribir con su sangre sublimada
la
esencia de la sombra que presiente.
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