martes, 22 de octubre de 2019

Lo insaciable



Nunca la saciedad,
nunca la grata
plenitud de sentir de que a este día
que está por acabar
hemos sido capaces de arrancarle
sus arpegios más lúdicos,
sus destellos más tersos
y más resplandecientes,
su risa más vibrante.

Siempre toca dudar
en esa hora en que la luz claudica
si su ubre de miel
se ha exprimido bastante.

No basta con beberse
sorbo a sorbo
el agua dulce y virgen
de todos los glaciales,
para saciar la sed que no vive en lo labios,
ni se calman las ansias de comerse este mundo ,
con todas sus miserias
y todos sus prodigios,
por devorar sus panes .

Cuánto más saboreas
su placer, sazonado
de dolor infinito,
más te crecen las ganas.

Nunca es suficiente
el favor que te hace
cuando te presta el aire y se aviene a la prórroga
-así sea el próximo segundo-
del gozo inenarrable de seguir respirando .

Porque el tiempo consigue
hacer que se acreciente tu deseo
y su incapacidad para saciarlo.

Y en el último instante
sé que aún quedará , palpitando en  mi boca
tanta hambre de vida.

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