Es todo
un escenario del quebranto
tener
que soportar día tras días
la
soledad de dos en compañía
compartiendo
grisura y desencanto.
Pensé
que mi ración de pena y llanto
había
ya agotado y que tenía,
a base
de sufrir tanta agonía,
el
corazón tapiado a cal y canto
Creí
estar curada del espanto
y me
sorprende el que todavía
algunos
gestos me lastimen tanto.
No hay
coraza, se ve, ni hecha de amianto,
para
blindarse contra la sangría
de un
desamor, camino al camposanto.
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