Aquel año Febrero
fue un gotear de nieblas y amarguras,
de interminables días silenciosos
y de noches insomnes
pasando de puntillas.
Marzo llegó, anunciándose
con un aliento gélido ,adusto y turbador,
como el escalofrío
de la desesperanza
y nunca regresaron los pájaros viajeros
ni brotaron las flores
No quisieron dejarse capturar
por los idus infaustos
que todas las señales anunciaban.
Abril sí fue ,
por fin,
como marcan los cánones,
un cielo inagotable se abrió en lluvias
y dentro de mi pecho
una pena infinita diluviaba.
Mayo no se anegó
de risas y perfumes,
ni cantaron los mozos canciones encendidas
bajo el balcón de sus enamoradas.
Seguía jarreando
el duelo de la ausencia inaceptable
sobre mi alma empapada.
Y no podía
descubrir la alegría y la belleza
que otras veces llegaban a asaltarme
desde cualquier rincón y despertaban
en mí la sensación de que la vida
era un regalo espléndido.
Solo lograba ver la Luna rota
en el quebrado espejo de los charcos
a través de las lágrimas.
La estaciones suelen
adaptarse muy mal al almanaque ,
siguen tan solo en ritmo
que la emoción de cada quien les marca.
Aquella primavera
jamás debió llamarse primavera .
Debió llamarse estación sombría.
Un tiempo hostil y triste
donde a tus ilusiones corresponden
siempre las margaritas con los pétalos pares
y con ellas perecen deshojadas.
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¿Y quién llamó verano a aquellos meses mustios
que pasaron lo mismo que un suspiro
sin perfume ni ardor, desangelados
sin más pena ni gloria que la justa
para no perecer de intrascendencia
y fue confirmación de que no es el clima
sino el corazón el que le infunde
a la piel su calor y su extravío
o bien el que la vuelve
indiferencia apática .
Menos mal que llega ya el Otoño...
Nunca defrauda Octubre,
te vende lo que es,
un tiempo atemperado y sin alardes
cuya mayor virtud
es dejar que la vida se sosiegue
e invitarte a que olvides tus míseros anhelos,
mientras en paz al fin
tu espíritu descansa.
De hacer como los árboles,
que saben lo que toca
y armados de impudicia y de valor ,
se desprenden de todo lo que tienen.
Que tu destino, al igual que el suyo
es llegar a ser humus
pero que hoy alcanzas todavía
de desnudarte a base de palabras
y a regalarle al mundo
un poco de tu íntima cosecha .
Y acaso a algunos ojos
pueda llegar a ser incluso incluso hermosa,
tal como el manto de sus hojas ocres
parecen a los tuyos
decorar los paisajes de ensueño y de nostalgia.
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