domingo, 15 de noviembre de 2020

Harakiri


 

Arma feroz e incruenta,

sigue, terco, en sus trece...


De nuevo tiene el verso

- como debe a su sino-

preparado su filo más cortante,

dispuesto a continuar con la farsa dramática

de hacerme el harakiri.


Pero yo, ¿ qué hago aquí,

dilapidando

la media avemería que me queda

en ir emasculándome

los entresijos de mis sentimientos

y mostrando al desnudo

mi intimidad más cruda,

más doliente

y auténtica.


Y, total, ¿para qué,

si no existido nunca un corazón

capaz de acompasar

con otro su latido?


De poco ha de servirle

al mundo el que disponga yo mis vísceras

al alcance del hambre de los cuervos,

si no ha de haber jamás

unos ojos tan cálidos que puedan

mirarse en el espejo de otras lágrimas.


Pero no me acostumbro

a sangrar hacia adentro...


Me temo que también

yo debo continuar cumpliendo mi destino.


Debo seguir andando

por las playas inciertas de la vida

y dejando mis huellas encarnadas

sobre la arena húmeda

mientras me deje aún la bajamar.


Disfrutando el espléndido espectáculo

de ver como una hermosa Luna Llena

aparece detrás del horizonte.


Poco importa

si la marea oscura,

que ha de borrarlas,

crece.


Y mi voz y mi verbo se diluyen

en la indolora impavidez del tiempo.



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