lunes, 16 de noviembre de 2020

Nuevo día


No seré yo quién ande murmurando 

que ha salido a destiempo...


Solo digo

que el Sol nunca se entera

de lo que precisamos,

según con qué humor nos levantemos,

pura contradicción,

uno a uno,

casi ocho mil millones

de seres racionales.


El Sol sigue a lo suyo 

y  nunca cambia 

por nada ni por nadie sus rutinas .


Su luz besa mi frente

y juega por mi piel,

haciéndome cosquillas

en el justo lugar en el que aún

palpitan mis heridas y se pudren

mis viejas ilusiones.


Otra vez , fuego y oro,

espléndido en lo alto,

invita a celebrar el nuevo día,

sin llegar a enterarse de que hoy no tocaba

salir,

que hubiese sido

un gesto por su parte

fingirse un remolón que ha trasnochado

y dejar que la noche fue dueña

de los sueños del mundo un rato más.


Porque es transparente la textura

del trino de los pájaros,

toda una invitación a la alegría

que se clava en el alma con fiereza,

lo mismo que una astilla de cristal


Y es toda una debacle

el tener que enfrentarse sin coraza

al esplendor febril con que la vida

suele ir derrochándose.


Y más cuando los ojos,

poblados por tristezas,

se han ido acostumbrando a guarecerse

para llorar océanos

en el costado silencioso y tibio

  de las oscuridades.






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